martes, 27 de julio de 2010

El almacén de Doña Cati

Estaban ahí sentados tomando mate como el sueño mas anhelado, el de llegar a ancianos juntos, sentí ganas de saludarlos y ellos también a mi, pero ninguno de los tres lo hizo, hubiera deseado saber de que hablaban, el viejo Osvaldo con la mirada perdida, era una maquina viviente de recordar vida, como si la suya en ese momento ya hubiera cesado, doña Cati por su parte conservaba intacta esa dulzura y esa maternidad que de seguro cautivo a Osvaldo en el momento en que se conocieron, yo encendí otro cigarrillo y seguí caminando, jugando a no mirarlos, lo hacia con cautela y admiración, mire mi reloj como de costumbre para perfeccionar la coartada y pensé en mi vejez, la imagine y en la primera pitada, ellos ya habían quedado atrás, entendí que en vano es pensar en un futuro tan lejano mas bien era mejor emplear los recursos para vivir este presente y respirar como tanto me gusta hacerlo

3 comentarios:

  1. SAludos:
    Interesante el blog... con relatos cortos y muy cotidianos.
    Yo recién estoy empezando a redactar mi blog, dale una mirada y me comentas..saludos desde Perú.
    http://migueldiazsotelo.blogspot.com

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  2. Perdón la tardanza, a la tarde estare observando tu blog Miguel, muchas gracias por seguirme!!!

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  3. genial chango efimero en twitter desde mexico saludos, algo para todos; las raices de la memoria solo dan frutos al olvido.pense en mis muertos que ahora viven mas en mi, me di cuenta que la verdadera muerte es el olvido.

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